Estado actual de la tecnología RFID

En su día ya hablé en mi blog de las enormes posibilidades de la identificación por radiofrecuencia, tecnología RFID (Radio Frequency IDentification) "para los colegas". En aquella ocasión, mi intención no fue más que dar a conocer (para aquellos que no la conocían) la tecnología RFID entre mis lectores, y sobre todo, poner un ejemplo de aplicación curioso y divertido, como es el caso de la trazabilidad que están llevado a cabo algunas estaciones de ski.

Sigo con mucho interés la evolución de esta tecnología desde hace tiempo, y para ello intento mantenerme informado de los últimos estándares que legislan, de los últimos lectores y tags RFID que salen al mercado, etc. Al hilo, esta semana por ejemplo he podido asistir a una charla en la que se trataba una vez más el tema del RFID, y como no podía ser de otra manera, me he vuelto a calentar. Además, como la mayoría de estaciones de ski han cerrado ya sus puertas por esta temporada y por tanto no puedo mostraros mis estadísticas a lo Alberto Tomba (¡qué grande¡), no me queda otra que desahogarme y daros la chapa con este post en el que hago una pequeña reflexión personal sobre el estado actual de la tecnología RFID:

• RFID frente al código de barras. El código de barras identifica un lote de productos (leche desnatada de la marca 'X'), mientras que el RFID identifica un único producto (cada caja de leche desnatada de la marca 'X'). Aparte de esta diferencia entre identificación grupal e individual, significar que el RFID no necesita una visión directa entre lector RFID y producto, mientras que el código de barras sí la necesita (las cajeras de los supermercados lo saben muy bien). Adicionalmente, las etiquetas de código de barras son frágiles, se desgastan con el tiempo, dificultando su lectura enormemente, cosa que no ocurre con muchos tags RFID.

• Gente reacia al cambio. El código de barras es barato y su uso está mundialmente extendido, legislado y aceptado. Aunque no proporciona una trazabilidad completa de los productos, funciona relativamente bien en la cadena de distribución. Por ello, muchos fabricantes de productos y distribuidores son reacios al cambio. Si es más caro, ¿por qué cambiar el actual código de barras? Dicho esto, se ve necesario que fabricantes y distribuidores espabilen, vendan mejor la idea del RFID y muestren interés no sólo en las empresas grandes, además de la lógica reducción de precios en etiquetas/tags y lectores.

• Falta de legislación y estándares. Aunque últimamente se están logrando avances importantes en la estandarización de la tecnología RFID, todavía hay bastantes lagunas sobre la frecuencia a la que se emite la onda de radio en cada país, la potencia de la onda admitida, la compatibilidad entre tags y lectores, entre las distintas frecuencias, etc. Todos esperamos que con la creación de la organización EPCGlobal y la estandarización del EPCGlobal Class1 Gen2 el panorama mejorará significativamente.

• Privacidad y seguridad. Corre el rumor de que el RFID permitirá a todo quisqui saber lo que compro en el supermercado, ver por qué gadgets tengo debilidad en la tienda de informática del barrio o conocer por dónde ando y paso en cada momento. El temor a "la invasión de la privacidad" está de moda, y tecnologías como el RFID acaban pagando el pato. Es verdad que queda mucho por legislar en este siempre conflictivo campo, pero la información contenida en los chips no podrá ser leída por cualquier persona ni bajo cualquier circunstancia. Primero, lectores y etiquetas han de ser compatibles entre sí; y segundo, se han empezado ya a implantar técnicas de cifrado y encriptación de datos para que la información trasmitida en la comunicación entre lectores y tags sea totalmente segura.

• Múltiples aplicaciones. El mayor problema del RFID es su continua comparación con el código de barras. Aunque en cierta manera sí es su futuro sustituto, no hay que verlo solamente como "sustituto del código de barras", tiene muchas otras ventajas y campos de aplicación. Para empezar, nos quedaremos con que "RFID nos permite identificar algo unívocamente". A partir de esta máxima, cada uno que desarrolle lo que quiera, que haga la aplicación que más le interese; desde automatizar compras en supermercados, fidelizar a clientes, control de accesos a recintos, localización de personas y objetos, minimizar pérdidas de maletas en aeropuertos, maximizar el ciclo de vida de los componentes, hasta seguir minuciosamente cada paso del procesos productivo de un producto, desde que se inicia su fabricación hasta que el cliente sale de la tienda con él. Como veis, el abanico de posibilidades es enorme.

Aunque hemos visto que hay diversos obstáculos y barreras que habrá que ir superando poco a poco, confieso que sigo creyendo ciegamente en las posibilidades del RFID. Ya sabéis lo que decía Louis van Gaal: "¡Siempre positifo, nunca negatifo!" ;-).

Por cierto, quiero aprovechar este post para dar a conocer entre tod@s vosotr@s a la empresa Teknotag, una empresa joven y llena de ilusión por hacerse un hueco en el difícil mundo del RFID. ¡Mucha suerte y ánimo!

Después de esta larga reflexión, ¿qué opinión os merece la situación actual de la tecnología RFID? ¿Le veis futuro?

SaludoX.